Bonecos de trapo abrazados

Introducción a la jornada “Asistencia sexual. Un dereito para a diversidade funcional”.

Me afecta la forma en que son tratadas las personas que deben enfrentarse a prejuicios sin fundamento y suposiciones groseramente erróneas sobre sus personas y sus vidas. Si tu cuerpo o tu mente funciona de forma no estándar, tu físico y tu sexualidad serán constantemente censurados mediante representaciones sociales que impactan tanto en ti como en el mismo cuerpo social. Se nos endosan categorías que nos discapacitan.

A mi me gusta el sexo. Y conozco a muchas personas (con y sin etiquetas) que disfrutan del sexo. Pero los hombres y las mujeres ahora calificados como dependientes, especialmente las personas con una discapacidad cognitiva, se supone que ni se interesan por el sexo, ni interesan a nadie. Simplemente no se nos percibe como seres sexuales… excepto para ser tratados como objetos.

Los estereotipos negativos se aferran tercamente a las personas con diversidad funcional. Los diversos tenemos identidades embargadas y cuerpos “estropeados” que todo el mundo quiere arreglar. Somos percibidos como inferiores, físicamente malogrados y asexuales. Partimos de mucho menos que cero para iniciar una vida sexual satisfactoria.

La sexualidad de las personas con discapacidad ha sido eludida, explotada y, en ocasiones, extirpada durante muchos siglos. Se ha visto como algo sombrío, erróneo, y diferente de la sexualidad de las personas no discapacitadas.

Incluso la historia más reciente está plagada de institucionalización, coerción reproductiva, esterilización forzada, y otras prácticas eugenésicas derivadas de la devaluación capacitista de los cuerpos diversos. Es un aluvión de ignominias que tizna cada día las percepciones de las personas discapacitadas. Las propias y las de las familias, del personal de salud y de servicios sociales, de muchos otros profesionales relacionados con nuestros asuntos “especiales” y, por ósmosis, de la sociedad en general.

Discapacidad y sexualidad todavía se perciben como incongruencias o, directamente, como experiencias humanas que se excluyen mutuamente.
Poco avanzamos tras más de 30 años de legislación destinada a capacitar a las personas diversas. La supuesta normalización hacia la vida estándar que incluiría la educación, el empleo, la autonomía personal, la familia y el sexo, ha devenido en montañas de literatura formal y normativa atravesadas por una corriente de vidas robadas y amarradas en las orillas de la sociedad.

La política sexual todavía no es una parte importante ni de las políticas públicas de las agencias gubernamentales ni de las agendas del movimiento de la discapacidad. Se centra en la elaboración de relatos bienintencionados destinados a atraer y mantener a la clientela y producir un efecto placebo, cuando lo deseable es intervenir en la realidad de las experiencias personales empoderando sexualmente personas.

La realidad social de la sexualidad de las personas diversas pone de relieve dos fallos importantes del movimiento de la discapacidad: 1) el escaso peso del hecho sexual humano en sus agendas; y 2) la incapacidad para conectar con otros grupos minoritarios que se enfrentan al prejuicio y la discriminación.

La buena noticia es que tal desaprovechamiento de profesionales que nos llevan y nos traen de viaje a ninguna parte es producto de una inercia culturamente aprendida y amparada en la falta de conciencia de una identidad sexual discapacitada emancipadora. Eso es algo que se puede remediar por parte de quienes no se conforman con dar vueltas en el viejo carrusel capacitista. Ahora mismo, sin salir de las españas, existen referentes plausibles y cercanos para el empoderamiento sexual. Quienes lo deseen, desde la profesión, el activismo o el disfrute pueden participar de la construcción de nuevas recetas para el arcano problema.

Por nuestra parte, a la gente diversa nos toca sacar del armario la afirmación de la propia humanidad: negarse a prescindir de una sexualidad satisfactoria, reconocer el deseo sexual y el placer, y aprender a dominar el arte de la adaptación humana para gozar del sexo saludable. Nuestra más importante facultad es la capacidad de adaptación. Y ahí se incluye el sexo. Claro.

Notas para introducir la jornada “Asistencia sexual. Un dereito para a diversidade funcional”.

José Antonio Nóvoa
Santiago de Compostela, 24-11-2015