José Antonio Nóvoa

“Hemos sido la última minoría en ponerse en pie y reclamar derechos”

Vida Independiente promueve el análisis de la declaración de la ONU sobre las personas con discapacidad a través de unas jornadas en Santiago

Antonio Nóvoa preside desde su presentación en marzo la primera asociación gallega de personas con discapacidad y usuarias de asistencia personal, inspirada en los principios del movimiento de vida independiente. La agrupación sigue los pasos de activistas como Judith Heumann o Ed Roberts, que en los 70 comenzaron en Estados Unidos a reclamar el derecho de las personas con diversidad funcional a decidir por sí mismas, autorrepresentarse y construir sus vidas en igualdad de oportunidades.

Somos la última minoría en ponerse en pie y liberarse. No hace muchos años que las mujeres no podían votar, no podían manejar una cuenta sin un poder notarial de su marido, pero llegó un movimiento de liberación. Hemos asistido también a la liberación del colectivo homosexual, pero nosotros todavía no nos habíamos levantado, señala el presidente de Vida Independiente de Galicia (Vigalicia).

Se levantan contra las políticas que han mirado a las personas en situación de dependencia como receptores de servicios con los que se dan por cubiertas sus necesidades básicas y que han apostado por la institucionalización en centros. El resultado, denuncia Antonio Nóvoa, ha sido la exclusión y la invisibilidad de los diversos.

Es una cuestión de derechos, y la conquista de esos derechos que todavía son vulnerados, explica, pasa por poner en marcha herramientas (fundamentalmente accesibilidad y asistencia personal) que sitúen a todas las personas en la misma posición de partida para construir la vida que elijan de forma autónoma.

Se acerca el 1 de marzo y Antonio Nóvoa se sirve de la proximidad de la cita electoral para llamar la atención sobre un ejemplo de discriminación recurrente: el presidente de la mesa sale con la urna a la puerta del colegio electoral para recoger la papeleta de una persona con movilidad reducida. Ahí se están vulnerando sus derechos, se le está colocando en una situación de menor valor. Es la misma actitud dadivosa: sacar la urna a la calle es hacerle un favor, y quizá se está provocando que muchas personas se inhiban en su derecho de votar para no enfrentarse a una situación semejante, dice el presidente de Vigalicia.

Seguimos formando guetos

Pide una reflexión sobre el comportamiento del sistema educativo: Cuando a un alumno con diversidad funcional le enviamos a un centro especial, estamos diciendo a los niños que serán padres mañana que a las personas distintas se las puede relegar en guetos.

Desde Vigalicia extienden la reflexión a las propias ONG, con décadas de trabajo movido por la inercia y limitado a procurar recursos dependientes del dinero público y, por tanto, siempre sujeto a servidumbres. El movimiento que en Galicia lidera Antonio Nóvoa introduce un salto cualitativo que parte de la consideración de las personas con diversidad funcional como reclamantes de derechos.

La discapacidad, mantienen, está en el entorno (en las escaleras, en el transporte público no adaptado…), y el entorno lo construimos nosotros”. “Es estúpido: quienes están tomando esas decisiones y diseñando un entorno hostil están trabajando en contra de sus propios intereses, recuerda Antonio Nóvoa, haciendo notar que la dependencia no es ajena a nadie, hoy menos que nunca como consecuencia de la elevada esperanza de vida.

Vigalicia inicia hoy en la facultad de Ciencias Políticas de Santiago unas jornadas dedicadas a la Convención de la ONU sobre los derechos de las personas con discapacidad (vigente desde mayo) y a los cambios que, esta vez sí, tendrán que llegar a las leyes y a las mentalidades de los países firmantes.

Ni noches, ni domingos, ni festivos oportunidades limitadas

Recientemente, el Parlamento gallego aprobó una proposición no de ley que insta a la Xunta a desarrollar un programa de asistencia personal basado en los principios de Vigalicia: el programa debe adaptarse a las necesidades del usuario y no al revés. Sin embargo, se ha quedado en 30 horas semanales, en horario diurno y de lunes a sábado. ¿Qué pasa con la vida las noches y el domingo?, pregunta Antonio Nóvoa. Como ejemplo, la Comunidad de Madrid contempla 77 horas por semana que se pueden distribuir en cualquier horario.

R. Lizcano. FONTE: ElCorreoGallego.es